Es curioso, pero de pequeña entras en el mundo, descubres el mundo y no te da miedo.
Luego, claro, haces todo lo que se espera de tí: el pelo largo, el color rosa, los vestidos de los domingos, jugar a majorettes, no protestar. No molestar.
En fin. Preparada para ser la perfecta mujer de su tiempo, dedicada a su carrera, a su hogar a su marido y a sus hijos -por lo menos dos, niño y niña.
Las mujeres tenemos que ser buenas, o por lo menos aparentarlo.
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